25to. Domingo T.O. (A) 24/09/23

TEÓLOGAS DE LA ÚLTIMA HORA

“Nadie nos ha contratado.”

(Mt 20,7)

Aliza Nisenbaum: ‘Moia’s nyu women’s cabinet’, 2016. Mujeres de diferentes orígenes debaten sus problemas en la Oficina de Asuntos el Inmigrante de la alcaldía de Nueva York en una tela donde la artista se ha autorretratado a la izquierda con camiseta de rayas.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Mateo 20, 1-16.

Jesús dijo a sus discípulos: Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros, porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: “Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo”. Y ellos fueron.

Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: “¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?” Ellos les respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Entonces les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña”. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: “Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros”.

Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: “Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada”. El propietario respondió a uno de ellos: “Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”

Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.


Esta parábola resulta desconcertante. ¿Qué patrón pagaría por horas no trabajadas? No conocemos patrones tan generosos. La leemos, y nuestro sentido de justicia, sacrificio y mérito concuerda con los obreros de la primera hora. Pero el patrón tiene también su propia lógica, que resulta irrefutable: paga lo que había convenido, y eso es justo.

Desde la situación de la comunidad de Mateo, formada en gran parte por personas creyentes provenientes del judaísmo, la parábola es aplicada a la situación que vivía aquella comunidad: el ingreso de los paganos, obreros de la última hora.

Como teóloga de este siglo XXI la parábola me provoca nuevas resonancias. Las mujeres, como todo el pueblo de Dios, siempre hemos hecho teología, porque ¿quién no tiene sus propias palabras para decir sobre Dios? A lo largo de muchos siglos, esa teología quedó al margen de los escritos, las universidades y los espacios académicos. Eran palabras que no llegaban a las facultades de teología ni a los libros. Desde hace ya varias décadas, las mujeres empezamos a acceder a esos espacios. A la pregunta del patrón, que nos vio en la plaza y no en esos centros de estudio, podríamos haber contestado: “Nadie nos ha contratado”. Pero llegó el momento en que entramos, y lo hicimos con todo lo que las plazas, las calles, las casas, los trabajos, las cocinas, nuestros cuerpos y nuestra sensibilidad nos enseñaron sobre Dios a lo largo de los siglos.

No todos se alegran al ver aparecer a estas obreras de la última hora. Pero el señor de la viña es bueno, es muy bueno. También para nosotras tiene su denario. A nadie niega su revelación y a todos da su palabra y escucha.

Hay mucho para hacer en la viña del señor. En el ámbito que nos compete, que es el quehacer teológico, hay todavía muchas palabras que esperan ser pronunciadas. No sólo palabras de mujeres, también de laicos varones y de tantos otros grupos que tienen lo suyo para decir. Ya hay un gran trabajo en marcha, rescatando a mujeres santas  y sabias que hoy están siendo redescubiertas y estudiadas.

Vendrán muchos más a esta tarea, teólogos y teólogas jóvenes, atentos a las nuevas culturas y a las nuevas preguntas. Y la viña producirá frutos sabrosos, sanadores y abundantes.

Gloria Ladislao

Publicado por comunicacionteologanda

teologandaweb@gmail.com

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